Al revisar el TOP TEN de las entradas más recurridas en internet (google, wikipedia, etc.) encuentro entre ellas las entradas de Dios y futbol. Por supuesto, que el ranking está compuesto por más términos, pero me llamó la atención el paralelismo o la analogía que podemos establecer entreambas. No en vano, se suele decir que de futbol, política y religión todos solemos hablar, que no es lo mismo que entender. Pero vemos como consciente o inconscientemente Dios y el futbol forman parte de nuestra vida. Querámoslo o no, el domingo, nuestro día de descanso, lo solemos dedicar a eso. Bien sea al carrusel de partidos, o bien sea a la asistencia al precepto dominical, o por que no, a conjugar Dios y el futbol.
En Roma, hace unos días han puesto en marcha una interesante (que no curiosa) iniciativa. El realizar la denominada Clericus Cup, en la cual participan sacerdotes y seminaristas de 50 países, que realizan sus estudios eclesiásticos en la ciudad eterna. Y es que si por un momento nos detenemos a pensar, Dios y el futbol constituyen una analogía entre el caminar cristiano y la conducción habilidosa con el balón hacia la meta: la santidad y el gol.
Y como todo buen deportista sabe, para ello es necesario el entrenamiento, el esfuerzo diario. Es decir, el cultivo de la vida interior, la formación de virtudes humanas y cristianas y la recepción de los sacramentos. Esto constituye el abc de la vida del cristiano, o lo que es lo mismo el parar y pasar del habilidoso futbolista, para buscar la mejor posición para el gol.
Wembley ha sido durante muchos años la catedral del futbol, el campo donde se han jugado grandes duelos deportivos. En la vida del cristiano, el campo, el empastado donde se libran esas deportivas batallas, es el campo de la vida diaria, de la vida ordinaria, donde como en cada partido, el tiempo de juego es limitado. En el futbol 90 minutos, en la vida sólo Dios lo sabe. Por eso, desde el pitido inicial hasta el final, hemos de ir a por el partido, a por la santidad. Sin miedo al rival, pues a lo largo de la semana, y a lo largo de cada jornada hemos, ensallado para vencer al contrario. Es verdad, que no jugamos solos, que el rival cuenta, pero sabemos que no estamos solos. En las gradas cientos, miles de hinchas alientan al equipo en pos de la victoria, en el juego de la vida, Dios nuestro mejor aliado, nuestro mejor entrenador. Si Dios con nosotros, quien contra nosotros.
Ánimo a unos y otros que esto no ha hecho más que empezar, el esfuerzo bien vale la pena: para unos el trofeo del torneo, para otros el premio de la santidad.