Chase había soñado con ser futbolista profesional, pero desde hacía tiempo sentía que Dios también tenía un sueño para él.
Nació en Bloomington, Indiana, y desde los cinco años Chase Hilgenbrinck dio pruebas de poseer una particular facilidad para patear el balón. En sí mismo no es tan difícil, pero hay que reconocer que algunos lo hacen muy bien. ¿Nombres? Ronaldinho, Fernando Torres, David Beckham, etc.
En la secundaria y en la preparatoria, Chase seguía mostrando sus talentos y así, cuando llegó a Clemson University, inmediatamente pasó a formar parte del equipo colegial. Muy buen defensa y lateral.
Terminó la universidad en 2004 y firmó un contrato como jugador profesional en un equipo de Chile, el Deportivo Ñublense (sí, con “eñe”). No es un equipo de fama mundial, pero por algo se empieza.
Un equipo modesto y, sin embargo, ese período fuera de Estados Unidos fue crucial para Chase: «Al estar sólo en otro país, con una cultura y lengua nuevas, pude mirar mucho a mi propia alma». A través de la oración y de la frecuente recepción de los sacramentos fortaleció su relación personal con Cristo.
Chase había soñado con ser futbolista profesional, pero desde hacía tiempo sentía que Dios también tenía un sueño para él. Estando sólo en Chile, comenzó a oír aquella voz más claramente, y los temores y barreras que le separaban del sacerdocio comenzaron a ceder.
Firmó un contrato con los Colorado Rapids, un equipo de primera división en Estados Unidos; pero más tarde fue despedido por los problemas económicos del equipo. Coincidencia: el día en que fue despedido, recibió una carta de Mons. Daniel R. Jenky, obispo de Peoria, Illinois: lo habían aceptado para participar en el curso introductorio del seminario.
En realidad, Chase estando todavía en Chile, se había puesto en contacto vía e-mail con el P. Brian Brownsey, promotor vocacional de la diócesis. Le pidió orientación y ayuda en su proceso de discernimiento. Además, desde diciembre de 2007, había hecho varias visitas al seminario y había podido convivir con los seminaristas.
No obstante lo anterior, su representante deportivo consiguió un nuevo contrato, esta vez con el equipo Revolution de Nueva Inglaterra. Esta nueva oportunidad parecía alejarle de su meta, pero el contrato curiosamente incluía una cláusula: sí Chase lo deseaba, podía rescindirlo el 1º de julio, precisamente unas semanas antes de que comenzara el curso introductorio. Para él fue una nueva señal.
Cuando Chase se retiró, el 14 de julio, el Revolution se encontraba en primer lugar. Es más, unos días antes había derrotado a los Los Angeles Galaxy, el equipo del famoso jugador inglés David Beckham.
«Jugar fútbol profesional había sido mi pasión por mucho tiempo y es para mí una bendición haber podido vivir ese sueño. Mi pasión ahora es hacer la voluntad de Dios (…) Aunque tendré que dejar el fútbol, sé que lo estoy cambiando por algo mucho mejor».
Se dice que, de entre todas las cosas sin importancia que hay en esta vida, el fútbol es la más importante. Quién sabe. Ciertamente, de las cosas importantes, la más importante es hacer la voluntad de Dios.
En la secundaria y en la preparatoria, Chase seguía mostrando sus talentos y así, cuando llegó a Clemson University, inmediatamente pasó a formar parte del equipo colegial. Muy buen defensa y lateral.
Terminó la universidad en 2004 y firmó un contrato como jugador profesional en un equipo de Chile, el Deportivo Ñublense (sí, con “eñe”). No es un equipo de fama mundial, pero por algo se empieza.
Un equipo modesto y, sin embargo, ese período fuera de Estados Unidos fue crucial para Chase: «Al estar sólo en otro país, con una cultura y lengua nuevas, pude mirar mucho a mi propia alma». A través de la oración y de la frecuente recepción de los sacramentos fortaleció su relación personal con Cristo.
Chase había soñado con ser futbolista profesional, pero desde hacía tiempo sentía que Dios también tenía un sueño para él. Estando sólo en Chile, comenzó a oír aquella voz más claramente, y los temores y barreras que le separaban del sacerdocio comenzaron a ceder.
Firmó un contrato con los Colorado Rapids, un equipo de primera división en Estados Unidos; pero más tarde fue despedido por los problemas económicos del equipo. Coincidencia: el día en que fue despedido, recibió una carta de Mons. Daniel R. Jenky, obispo de Peoria, Illinois: lo habían aceptado para participar en el curso introductorio del seminario.
En realidad, Chase estando todavía en Chile, se había puesto en contacto vía e-mail con el P. Brian Brownsey, promotor vocacional de la diócesis. Le pidió orientación y ayuda en su proceso de discernimiento. Además, desde diciembre de 2007, había hecho varias visitas al seminario y había podido convivir con los seminaristas.
No obstante lo anterior, su representante deportivo consiguió un nuevo contrato, esta vez con el equipo Revolution de Nueva Inglaterra. Esta nueva oportunidad parecía alejarle de su meta, pero el contrato curiosamente incluía una cláusula: sí Chase lo deseaba, podía rescindirlo el 1º de julio, precisamente unas semanas antes de que comenzara el curso introductorio. Para él fue una nueva señal.
Cuando Chase se retiró, el 14 de julio, el Revolution se encontraba en primer lugar. Es más, unos días antes había derrotado a los Los Angeles Galaxy, el equipo del famoso jugador inglés David Beckham.
«Jugar fútbol profesional había sido mi pasión por mucho tiempo y es para mí una bendición haber podido vivir ese sueño. Mi pasión ahora es hacer la voluntad de Dios (…) Aunque tendré que dejar el fútbol, sé que lo estoy cambiando por algo mucho mejor».
Se dice que, de entre todas las cosas sin importancia que hay en esta vida, el fútbol es la más importante. Quién sabe. Ciertamente, de las cosas importantes, la más importante es hacer la voluntad de Dios.