lunes, 12 de abril de 2010

Bugaboo



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El viernes de la semana pasada sufrí una singular experiencia a causa de mi escasa formación pastoral. La tarde del viernes se complicó al estar yo solo en la parroquia y tener que atender la catequesis de confirmación, las confesiones en la misa de la tarde, un inesperado funeral (bueno esto nunca puede preveerse), la charla con los padres que van a bautizar a sus hijos y finalmente la Adoración Nocturna Masculina. Y por encima sin cenar.

Pero ¿ Quién dijo medio ? Nos armamos de valor y de paciencia e intentamos hacer todo con el máximo decoro. Todo iba bien y siguiendo los tiempos marcados, para poder cenar algo antes de la Adoración Nocturna, pero... casi al final de la charla pre-bautismal, entran en la sacristía los padres que faltaban. Con una más que dudosa sonrisa recibí a los imberbes padres. Eran jovencísimos. Les dije que al terminar la charla los atendería y les explicaría nuevamente la charla. Es decir, una charla en win-zip.

Dicho y hecho. Poco a poco se fue vaciando el parque vehicular de las sillitas de niños y atendí a Marcos y Natalia. Ellos, me imagino que por la pena de llegar tarde y por la inexperiencia no preguntaron nada. Sólo contestaron afirmativamente cuando los llamé por su nombre. Bueno, el nombre que me habían dejado en el libro de bautizados. Tras atenderlos como mandan los cánones, el padre alza timidamente la voz para preguntarme algo. Seguramente para decirme que su madre acababa de llegar de Tierra Santa y que trajo agua del Jordán para bautizar a su hermosa nieta. Pero no. El chaval abrió la boca para preguntarme si podía apuntar una misa en acción de gracias a la Virgen, por haber aprobado unas recientes oposiciones en Silleda.

Absorto le pregunté: ¿Pero no habéis venido a la charla para bautizar a vuestra hija? No respondió. Pero ¿ tú no te llamas Marcos y tú Natalia ?. Asintieron los dos con la cabeza. ¿Entonces? Entonces... se cumplió la Ley de Murphy por enésima vez. Esta pareja de novios se llama igual que los padres que no vinieron y no notificaron su ausencia. Y claro, ellos algo asustados al ver tanta gente, prefirieron esperar a que terminara todo para hablar. Pero yo como iba a toda pastilla, pues... que pobres chavales tuvieron que aguantar estóicamente la charla. Aunque bueno, seguro que no les vino mal. Quién sabe si en unos meses Marcos y Natalia se pasan por la parroquia, para preguntarme por la fecha de boda. Tiempo al tiempo.

3 comentarios:

Juan Luis dijo...

jajajaja... la vida pastoral es maravillosa... cada día estoy más convencido de que el Señor tiene mucho sentido del humor, jejeje.

Madre de los sacerdotes... que no me quede en la mera anécdota y aprenda en cabeza ajena... por el bien de las almas, claro.

Anónimo dijo...

surrealista! de acuerdo con lobo; son gajes del oficio. Aunque hay episodios como el que describiste que sólo os pasan al coyote y a ti.
carmen

Anónimo dijo...

p.d. me fascinaron los bugaboo. los venden en el corte. si los tengo, ya sé el carrito que quiero para mis churumbeles. gracias!
carmen