martes, 20 de abril de 2010

Habemus Papam



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La elección del Cardenal Ratzinger como sucesor de S. Pedro lo recuerdo con gran nitidez. Fue la primera vez que asistía, a distancia, a la elección de un Papa. Sólo recordaba al Gran J.P. II. La tarde del martes 19 de abril de 2005 acudí junto al resto de seminaristas, a visitar un asilo de la ciudad. Durante el trayecto escuchábamos por la radio los comentarios de expertos vaticanistas, pero no acertaban en sus predicciones, pareciese como si el Espíritu Santo quisiese jugar al despiste.

Llegamos a la residencia y tras estar un momento con los mayores del lugar, escuchamos cómo una Hermana del Asilo anunciaba por megafonía que había fumata bianca. Al escuchar eso, dejamos instantáneamente a los venerables ancianitos y nos reunimos en la pequeña sala de estar. Pasaban los minutos y el Cardenal Protodiácono (aquel que anuncia al mundo el nombre del que ha sido elegido Papa) tardaba en salir al balcón de S. Pedro.

Durante ese iter la frenética actividad de la Residencia de Ancianos se paralizó. En la sala de estar no cabía un alfiler. Finalmente, apareció en el balcón de S. Pedro el Cardenal Medina quien dijo al mundo entero:

Annuntio vobis gaudium magnum;
habemus Papam:

Eminentissimum ac Reverendissimum Dominum,
Dominum Josephum
Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Ratzinger
qui sibi nomen imposuit Benedictum XVI



La piel se me puso chinita. Nunca me había pasado algo así. Tal vez fue una experiencia sensible de la gracia que en ese momento había sobre toda la Iglesia, no lo sé, pero fue algo que recuerdo con gran gozo y emoción.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Caramba, Pater! ¡Qué joven es vd.! Recuerdo perfectamente la elección de Juan Pablo II y cómo en los días previos, mis amigas y yo jugábamos en el patio de arena de la Casa del Pescador, como si aquel territorio conocido fuera la Plaza de San Pedro y el "puente" de acceso que veíamos desde abajo, tuviese instalada una chimenea por la que nuestras mentes infantiles imaginaban (sí, quizá también "veían") el humo de la fumata. Fíjese qué limitado era entonces para mí el poder de la TV, que no recuerdo la imagen (aunque es seguro que asistí a la retransmisión)que tantas veces he vuelto a contemplar despúés, sino aquellos juegos infantiles... Quizá sea que el tiempo nos ancla con mayor firmeza en lo que atesora el corazón... ¡Qué gran regalo nos ha hecho Dios con estos dos "gigantes de la fe"! ¡Qué gozo amar y vivir en nuestra SANTA MADRE la Iglesia!

Juan Luis dijo...

Cierto... un Papa santo es el mejor regalo que puede dar el Señor a su Iglesia. ¡Viva el Papa!

Anónimo dijo...

NADA QUE AÑADIR; CREO QUE VOY CON UN POST DE ADELANTO, PUES YA DESCRIBI COMO VIVI LA ELECCIÓN DE B-XVI.
OS HAGO CORO:¡VIVA EL PAPA!
CARMEN