sábado, 5 de diciembre de 2009

Burgman

188*


Todos sabemos que la Ley de Murphy es una forma cómica y mayoritariamente ficticia de explicar todo tipo de infortunios. A grandes rasgos, se basa en el adagio:
"" Si algo puede salir mal, saldrá mal.""

Esta ley se puede utilizar en todo tipo de situaciones, desde los de la vida cotidiana, hasta aquellas ocasiones más importantes. Escribo un breve corolario de la misma:

  • La otra cola es más rápida.
  • Da igual por donde abras la caja de un medicamento. Siempre te molestará el prospecto
  • Cuando tras años de haber guardado una cosa sin usarla, decides tirarla, no pasará más de una semana cuando la necesites
  • La ayuda de Windows nunca te ayudará.
  • La probabilidad de que te manches comiendo es directamente proporcional a la necesidad que tengas de estar limpio.
  • Los aparcamientos aparecen cuando ya no los necesitas.
  • Cuando necesites abrir una puerta con la única mano libre, la llave estará en el bolsillo opuesto.
  • Cuando tienes prisa, el semáforo siempre esta en rojo.
  • El que ronca es el que se duerme primero.
  • Los que viven más cerca son los últimos en llegar.

Pues esta importante ley de la vida misma, se puede aplicar también al ámbito eclesiástico. Lo comprobé hoy. Mi parroquia abre sus puertas pasadas las 7:00 AM y permanece abierta hasta las 14 hrs. Pues bien, a las 14:05 cuando cerraba a cal y canto la iglesia, aparece un devoto motero, con el pío deseo de bendecir su flamante Burgman. Tras escuchar su santa petición, mi reacción inicial fue acordarme de ... donde había dejado el bendicional. Estaba en la sacristía. Como ya había cerrado y me daba algo, sólo algo, de pereza abrir la puerta, llegar a la sacristía y coger el citado bendicional, opté por lo más práctico: la PDA. Tenía prisa. Me perdía Los Simpson.

La cara de René era todo un poema. "Padre, pero con eso me va a echar la bendición". Al ver la falta de fe del motero renegado, me olvidé de la hora y me puse algo chulo. Le pedí documentación y carné de conducir. El hombre no daba crédito a lo que oía. "Oiga, Pater y eso para qué. Le pedí una bendición no una multa". Ahora es cuando aflora mi celo pastoral. Con todo cariño le expliqué que la Iglesia quiere ir al compás de los tiempos y por ello quiere tratar de atender lo mejor posible las necesidades de sus fieles. Por eso, en Roma existe una complejísima base de datos que contiene los modelos, cilindrada, equipación, etc., de todos los coches y motos del parque vehicular mundial. De esta forma cada sacerdote con este tipo de agendas, a través de una conexión vía satelite, puede acceder a dicha base de datos y hacer uso de la bendición más apropiada.

Le explico que cada vehículo necesita una bendición particular. No es lo mismo bendecir un Maserati o un Bentley que un Seat Panda. O bendecir una Harley en lugar de una Derbi Boulevard. Si entre los perros hay clases, entre los vehículos también. Acongojado, René seguía y respondía con atención al ritual de bendición de su Burgman. Son las 14:35. Termina la bendición y René que poco a poco va cogiendo confianza, me da las gracias, un donativo para las personas necesitadas de la parroquia, y una última pregunta: "Oiga Pater, y ¿ en Roma no tendrán una base de datos para las suegras ?". Hijo mío, lo hemos intentado, muchos nos lo preguntan, pero en este caso ni el complejísimo sistema las entiende. René se colocó el casco, aceleró gas a fondo y se marchó, acordándose, seguramente de su suegra...

* El de la foto no soy yo. También entre los sacerdotes hay clases.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

UN TIPO PECULIAR.
BUENO ES SABERLO, PORQUE CUANDO YO TENGA MI VESPA...

Anónimo dijo...

¡qué modestia, pater!