lunes, 15 de marzo de 2010

Patch Adams



89

En virtud de mi oficio suelo visitar bastante los complejos hospitalarios. Suelo ir a visitar a los enfermos, llevarles la comunión, administrar la santa unción, aprovechar para que se confiesen o simplemente para charlar con ellos. Pero hoy la visita fue distinta. Nunca había visitado a una niña. Bueno, varias veces fui a visitar algún amigo o amiga por el nacimiento de su bebé, pero hoy, repito, fue distinto.

Una niña de la catequesis hace unos días llamó a la parroquia, avisando que iba a faltar el próximo domingo a la Misa de niños. ¡ Qué maja ! Llama para avisar. Siguiendo la conversación, me advirtió que a lo mejor, no sólo faltaría éste, también los siguientes. Inmediatamente pensé: Ya se aburrió. Al preguntarle el motivo me dijo que la iban a operar. Una operación sencilla, decía ella. Y yo pensando mal. Al poco rato, llamaron sus padres, para decirnos que su hija efectivamente iba a ser operada, pero no de algo tan sencillo como la niña decía. Era una intervención delicada. Y la niña lo sabía. Lo que ella no quería, era preocuparme.

Al ser una operación de cierta importancia, era necesario contar con médicos de distintas especialidades. Así que era necesario ponerse de acuerdo para ajustar una fecha inmediata. Se lo comentaron a la familia de la pequeña, la cual no objetó nada, pero al contárselo a la interesada, ésta respondió que tal fecha era imposible. Había un problema. El equipo médico pensó en los exámenes del colegio, las competiciones deportivas o la excursión de fin de curso. Pero nada de eso preocupaba a la pequeña. Por lo que ella sugirió dejar la intervención para más adelante y aguantar con los dolores. El estupor se apoderó del gabinete donde se realizaba la reunión.

Los médicos dado el estado de la pequeña, negaron tal posibilidad. Nuestra feligresa no cejó en el empeño y visto lo visto, pidió una última oportunidad. Si iba a ser operada que lo fuera cuanto antes, si podía ser esa misma tarde mejor que l día siguiente. El comite de sabios no saliá del asombro. ¿Una niña tan pequeña y con una convicción tan grande? La duda les hizo entonces preguntarle cual era el motivo para no demorar la operación.

La niña les dijo, con sencillez pero llena de razón, que el seis de junio tenía una cita muy importante, la cual debía preparar con antelación. Y la operación podría retrasar tan importante acontecimiento. Y es que ese día haría su Primera Comunión. Los médicos al escuchar esto, dice la madre, no dan crédito a lo dicho por la pequeña. Y no me extraña porque como dijo Bertrand Russell "Cuando un hombre sabe a donde va el mundo entero, se aparta para darle paso". Y esta niña camina en busca de Dios.

La operación se realizó hace unos días, a petición de la interesada. Resultó un éxito y ella junto a Carlota su compañera de cuarto, decoran su habitación con grandes grecas de Hello Kitty.



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegro por la niña,en todos los sentidos.De mayor quiero se como ella

Juan Luis dijo...

Gracias Señor... y gracias a ti... es del tipo de mensajes que necesitamos oír... abriendo un poquito el corazón, contaré que hoy sentí muy vivo el sentimiento de lo mal que tratamos a Nuestro Señor en la Eucaristía... este mensaje me hace desagrabíar con más alegría sabiendo que todavía queda fe en el mundo. Gracias niña, a ti te lo digo.

Anónimo dijo...

Lobo, queda mucha fe sólo que algo dormida y a veces desesperada por incomprendida.

Anónimo dijo...

y es que si no nos hacemos como niños, mal vamos; eso es tener fe, eso es tener madera, justo la que a mi me hace falta para llevar mejor las contrariedades del día a día.¿cómo? arrimándome más a la Cruz. Mil gracias por tu ejemplo. Un besote.
carmen.