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Tal vez el Domingo de Ramos sea el día que más gente acude a las iglesias. Sigo sin entender cómo en los días que las parroquias ofrecen el pan bendito de S. Antonio, el aceite de S. Benito o las palmas, esos días las iglesias multiplican su afluencia. No obstante, resulta un espectáculo para los ojos y un gozo para el alma, ver tantas personas, recordando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
Y espectáculo fue el ver cómo al bendecir el sacerdote los ramos, todos los presentes alzaban sus ramos (de olivo, laurel, palma, acebo... dependiendo de la economia de cada uno) a la vez, y la iglesia por un instante parecía un enorme jardín botánico. Los más altos alzaban sus palmas, simulando la altísima copa de la conifera secuoya, mientras que los bajitos de la clase, apenas podían sostener una ramita, cual bonsai. Sea como fuere por unos instantes, las naves de las iglesias se convirtieron en un sui generis Edén.
Esperemos que los ecologistas, este día hagan la vista gorda!!!
Y espectáculo fue el ver cómo al bendecir el sacerdote los ramos, todos los presentes alzaban sus ramos (de olivo, laurel, palma, acebo... dependiendo de la economia de cada uno) a la vez, y la iglesia por un instante parecía un enorme jardín botánico. Los más altos alzaban sus palmas, simulando la altísima copa de la conifera secuoya, mientras que los bajitos de la clase, apenas podían sostener una ramita, cual bonsai. Sea como fuere por unos instantes, las naves de las iglesias se convirtieron en un sui generis Edén.
Esperemos que los ecologistas, este día hagan la vista gorda!!!
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