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Una de las obras de misericordia, es ayudar al necesitado. Ayer después de mucho tiempo sin hacer ninguna buena obra, por fin hice una. Acompañé a un sacerdote al hospital para que se hiciera una revisión rutinaria. Lo que no fue rutinario fue el tiempo de esperea y demora em dicha revisión. Lo que trastocó los planes de la mañana, entre ellos aplicar el pertinente examen a los alumnos. Sé que mis santos alumnos se hubiesen solidarizado con el sacerdote al que acompañé y con gran pena hubieran pospuesto el examen. Así que yo para evitarles la pena, tuve que recurrir a un fax para que ellos pudieran hacer el esperado examen. Además como estamos ya en las segundas rebajas, se los había puesto tipo test.
Parecía lógico mandar el examen desde el complejo hospitalario hasta el colegio, y allí que alguien les aplicara el examen. En la recepción del hospital no había nadie en la cola, lo cual no supondría ningún retraso de atención a los pacientes, por lo que resulta lógico y natural., proceder de esa forma...y así fue, hasta que apareció la mentada burocracía. La recepcionista del hospital me dijo que con gusto mandaría el fax, pero el aparato sólo es para uso excñusivo del hospital y para enviar documentos entre los distintos centros sanitarios. ¡Señorita, si quiere le pago el envio, pero necesito mandar este folio porque los chavales tienen examen! Lo siento, pero me es imposible, si quiere puede salir, cruzar a la acera de enfrente, caminar hasta el final de la calle y ahí hay un locutorio. No puedo, le dije amablemente (una falsedad por mi parte), por favor señorita hágame ese favor. La mujer me debió de ver tan compungido que me pidió el examen y me dijo vuelva a la sala de espera, ya le llamaré y veré que puedo hacer.
Volví con cierta tranquilidad a acompañar al venerable sacerdote, esperando que me llamase la señorita. Pasaban los minutos y ni llamaban al sacerdote a consulta y ni a mi me llamaba la recepcionista. Algo colérico me levanté al ver tanta ineptitud junta, en tan pocos metros cuadrados y me fuí directo a la recepción. No iba a quedar títere sin cabeza. Abro la puerta de boxes para salir a recepción y está estaba colapsada, tanto dentro como fuera de la recepción. Afuera los pacientes y dentro un numeroso grupo de enfermeras y personal sanitario. Se acabó la benignidad, me salté la cola a la brava y me fui directamente a por la que me atendió. Buenos si, pero tontos no.
Al dirigirme a la susodicha no sé quien quedó más admirado si yo o ella. Y es que antes de que pudiese lanzar el primer improperio, vi como el corrilo de personal sanitario estaba detrás de la recepcionista que tenía el examen en las manos y con esa voz sonora propia de su oficio, les iba cantando las preguntas al personal. Mis ojos no daban crédito. Entre ellos discutiendo sobre quien fue el emperador que llevó a cabo, en el s. IV la mayor persecución contra los cristianos. Unos decían que Poncio Pilato, otros Herodes, la del fondo decía que Alejandro Magno.Era un espectáculo aquello. Obviamente, me quedé sin palabras. Terminada la ronda de preguntas, me dieron el examen, me dieron con él el comprobante de fax conforme había sido enviado y recibido el fax, y la señorita de recepción me dio las gracias, se interesó por el sacerdote al que acompañaba y me preguntó en qué parroquia estaba yo.
Efectivamente, llegó el fax, los alumnos hicieron el examen y supieron contestar que Diocleciano llevó a cabo la feroz persecución contra los cristianos en el s. IV.
Parecía lógico mandar el examen desde el complejo hospitalario hasta el colegio, y allí que alguien les aplicara el examen. En la recepción del hospital no había nadie en la cola, lo cual no supondría ningún retraso de atención a los pacientes, por lo que resulta lógico y natural., proceder de esa forma...y así fue, hasta que apareció la mentada burocracía. La recepcionista del hospital me dijo que con gusto mandaría el fax, pero el aparato sólo es para uso excñusivo del hospital y para enviar documentos entre los distintos centros sanitarios. ¡Señorita, si quiere le pago el envio, pero necesito mandar este folio porque los chavales tienen examen! Lo siento, pero me es imposible, si quiere puede salir, cruzar a la acera de enfrente, caminar hasta el final de la calle y ahí hay un locutorio. No puedo, le dije amablemente (una falsedad por mi parte), por favor señorita hágame ese favor. La mujer me debió de ver tan compungido que me pidió el examen y me dijo vuelva a la sala de espera, ya le llamaré y veré que puedo hacer.
Volví con cierta tranquilidad a acompañar al venerable sacerdote, esperando que me llamase la señorita. Pasaban los minutos y ni llamaban al sacerdote a consulta y ni a mi me llamaba la recepcionista. Algo colérico me levanté al ver tanta ineptitud junta, en tan pocos metros cuadrados y me fuí directo a la recepción. No iba a quedar títere sin cabeza. Abro la puerta de boxes para salir a recepción y está estaba colapsada, tanto dentro como fuera de la recepción. Afuera los pacientes y dentro un numeroso grupo de enfermeras y personal sanitario. Se acabó la benignidad, me salté la cola a la brava y me fui directamente a por la que me atendió. Buenos si, pero tontos no.
Al dirigirme a la susodicha no sé quien quedó más admirado si yo o ella. Y es que antes de que pudiese lanzar el primer improperio, vi como el corrilo de personal sanitario estaba detrás de la recepcionista que tenía el examen en las manos y con esa voz sonora propia de su oficio, les iba cantando las preguntas al personal. Mis ojos no daban crédito. Entre ellos discutiendo sobre quien fue el emperador que llevó a cabo, en el s. IV la mayor persecución contra los cristianos. Unos decían que Poncio Pilato, otros Herodes, la del fondo decía que Alejandro Magno.Era un espectáculo aquello. Obviamente, me quedé sin palabras. Terminada la ronda de preguntas, me dieron el examen, me dieron con él el comprobante de fax conforme había sido enviado y recibido el fax, y la señorita de recepción me dio las gracias, se interesó por el sacerdote al que acompañaba y me preguntó en qué parroquia estaba yo.
Efectivamente, llegó el fax, los alumnos hicieron el examen y supieron contestar que Diocleciano llevó a cabo la feroz persecución contra los cristianos en el s. IV.
4 comentarios:
Bueníiiiiiiiisimo. Me he reído un rato (que no viene mal). Esa también es una obra de misericordia ¡! Hay que ver lo que dan de sí las clases....
En fin, se ve que la vida es más original que la imaginación... cómo diría un porteño: de diesss! (de 10).
Por Mourentán, estas cosas no pasan... pero pasan otras que tampoco están mal.
Hoy las candelas brillan un poco más...
Ay! hoy me tocaste la vena sensible. Me contengo para decir simplemente que los que estos últimos meses tenemos que pelearnos a menudo con personal sanitario y funcionarial, de otra cosa no, pero de paciencia vamos más que sobrados, porque no tenemos otra opción y estamos en sus manos.
provoca hacer como diocleciano y tirarlos a todos a los leones, pero tenemos que hacer de tripas corazón.es cuestión de ACTITUD.
feliz día de las candelas: luce el sol como nunca.
p.d. me cuesta creer eso de que "...después de mucho tiempo sin hacer ninguna buena obra...".
p.p.d: ante tamañas dificultades para el examen, sabes que existe una cosa que se llama aprobado general? sorry! se me olvidaba que la cultura del esfuerzo no conoce términos como rebajas o low cost.
carmen
Jajaja, ahora me has hecho reir y aparte he aprendido algo nuevo. Aunque creo que tus alumnos hubieran sido feliz, si pospusieras el examen.Saludos
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