El profe me tiene manía

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Hoy he vuelto a tener una nueva moción. Veo que esto esta cogiendo visos de convertirse en algo habitual. Aunque si la moción de la semana pasada fue por obra y gracia del Espíritu Santo, la de hoy fue por obra y gracia de mis alumnos. Me mandaron una moción de censura en toda regla. Con pancartas y todo. Reivindicando sus derechos, tal como se puede leer en el Código de Derecho del estudiante oprimido, en su artículo 33, párrafo segundo, parágrafo tercero. Nada de jueguecitos como la oposición al actual Gobierno.

¡ Me cargué a media clase !. Así tal cual. Lo que sucedió fue que al poner las notas, no se me ocurrió preguntar, a quien corresponda, cual era la relación entre el valor numérico y el valor que se le asigna a cada letra que el sistema informático me pide para evaluar. Y ocurrió lo que no pensé. Alteré las notas. Y las notazas se convirtieron en sonoros suspensos. No en un suspenso que roza el aprobado, si no un cateo sin pudor. Y claro en casa, las cosas se ven de otro color con suspensos o sin ellos. Y máxime si se acercal Carnavales. Los chavales en sus casas argumentaron que la culpa era del profesor, creo que esa es una excusa algo manida, pero en este caso lo era. No obstante sus padres se sorprendieron y mucho al ver que los expedientes que antes eran sin mácula, ahora se veían salpicados por ese tachón de religión. Lo cual no evitó que mis benditos alumnos, pasasen los Carnavales repasando a los Padres de la Iglesia. ¡Si S. Agustín levantase la cabeza!

Prometo resarcirme de mi fallo. Mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa!