Invictus

y... cuasi invictus

122

El pasado domingo jugamos el último partido de la primera vuelta. Gracias a Dios podemos decir que hemos alcanzado el objetivo marcado al inicio de temporada: la permanencia. Puede parecer un objetivo mediocre, pero no lo es. Fue un objetivo realista. Somos un equipo formado por viejas glorias del deporte rey, algunas glorias más viejas que otras, pero todas viejas. Y yo pese a ser uno de los benjamines del equipo, ya no estoy para muchos trotes. ¡Dios mio, lo que era y lo que soy!. Pero si tengo un fondo físico envidiable. Del confesionario a la sacristía y de la sacristía al altar en tan sólo 6,7 segundos. Y desde que se abra la iglesia hasta que se cierra, hago casi 200 genuflexiones. Eso ni CR9. Y ¿el número de escaleras? No lo pongo porque podría parecer pedante. Se estropea la emisora: baja a arreglarla. No suenan las campanas: sube al campanario. La señora Teté que a la que siempre le llevo la comunión, vive en un 8º... sin ascensor. Si el fondo físico no falla: Entonces¿ Qué es?.

Los números son los siguientes:
Partidos Jugados: 15
Victorias: 0
Empates: 1
Derrotas. 14
Goles a Favor: 11
Goles en Contra: 77
Puntos: 1
Tarjetas Amarillas: 0
Tarjetas Rojas: 0

No os fiéis por los números. Son fríos y no reflejan la realidad. Nuestro equipo ha salido siempre ha ganar, aunque nunca lo hayamos hecho. En todo momento hemos propuesto un juego ofensivo, aunque seamos el equipo menos goleador. Nosotros ponemos el buen fútbol y ellos ponen los goles. Así pasa lo que pasa.

Entonces ¿Cómo se obró el milagro? Esa es una historia digna de ser contada otro día. Porque si Mandela cambió la historia de una nación con un partido de futbol, nuestro equipo cambió la historia de la liga, con la historia de nuestras vidas.