domingo, 17 de enero de 2010

El mejor amigo del perro



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Tal como escribí ayer, llevo tan sólo tres años como sacerdote. Tiempo insuficiente para adquirir la experiencia pastoral que la cura de almas necesita. Esta carencia me lleva a sorprenderme ante la piedad popular. Bueno no sé si será mejor referirse a esta piedad como religiosidad popular, que aunque parezca que son lo mismo, no lo son. Para profundizar sobre el tema favor de consultar la wikipedia.

Hoy como todo el mundo sabe se celebre el 2º Domingo del Tiempo Ordinario, donde leemos el conocido pasaje de las Bodas de Caná (aunque el evangelista sólo habla de una Boda). Pues bien, mientras preparaba concienzudamente la homilia dominical, una feligresa tocó la puerta de la sacristía para pedirme un favor. Un favor, justo ahora que estaba en la mejor parte de la homilia, cuando el Señor convierte el agua en vino... El favor que me pedía Catu, era que saliese al atrio de la iglesia a conocer el perro, que los Reyes le habían dejado a su hijo. Señor ¿Qué es más importante? ¿Profundizar en los textos sagrados? o ¿Conocer el chihuahua de Roy? Creo que lo primero, pero la caridad nos urge. Así que accedí con cierta violencia interior, al deseo de esta santa mujer.

Mientras recorría el largo pasillo de la iglesia, y pensaba en la actitud de María en Caná de Galilea, oía el ladrido de dicho perro. Aunque para ser un chihuahua rugía como un león. Por unos instantes dejé a María preparando la Boda y me dispuse a saludar al pequeño Roy con su can. Pero nada más salir al atrio parroquial, veo como este está literalmente tomado por toda clase de perros. Parecía como si la perrera municipal hubiera mudado su sede. Pero los canes no estaban solos, cada uno era acompañado por su dueño.

Ante esta invasión canina en el quehacer de la parroquia, pregunté a Catu sobre esta tropelía. Pues ella me habló de un perro y no de una jauría. Me dijo que de tropelía nada. Que hoy se celebra a S. Antonio Abad, patrono de los animales, y que la gente venía devotamente a bendecir a sus perros. Ante lo que le espeté: Pero mujer, eso ya no se hace, si acaso sólo en los pueblos, pero en la city no se lleva. Mejor que lo hagan en sus aldeas. Catu habló con los dueños y dueñas de los perros, mientras yo seguía pensando en la homilía del día. Pues nada, tras un cierto rifi rafe inicial, me dice: o hay bendición o le hacemos una huelga en toda regla como los controladores aéreos, pero no en el atrio, sino en el interior de la iglesia. Usted decide.

Ante este talante dialogante, no me quedo otra más que ir por el bendicional, el hisopo y bendecirlos. De esta forma comprobé como hay aspectos que parecen absurdos, pero que contienen sentimientos de benignidad hacia los animales y por lo tanto de gratitud hacia el Creador. El pequeño Roy me dijo: D. Alberto haga con ellos lo que quiera que Dios haga con usted.

Obviamente, San Antonio Abad es ya uno de mis santos favoritos y a mi tortuguita Shadow también la bendije pidiendo la protección del santo abad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

NO SABIA QUE BENDECIAIS ANIMALITOS EN LA PARROQUIA (BUENO, DESPUES DE LO DE LA MOTO ME PUEDO ESPERAR CUALQUIER COSA). OS HE DE LLEVAR ALGUN DIA A MI CHUCHO, AUNQUE MÁS QUE DARLE LA BENDICION HAY QUE HACERLE UN EXORCISMO, JEJE.

Manuel de Santiago dijo...

Querido D. Albeto. Tengo que empezar a llamarte así, porque has crecido.
Y. mientras bendices, diles cariñosamente que también los hijos son una bendiciòn de Dios. Tú sabes muy bien cómo decirlo.
Y mientras vengan, aunque sea a bendecir chuchos, los tienes cerca y puedes dejar un tesoso en su corazón.
Un fuerte abrazo.

Alberto Portoles dijo...

Hoy lunes, las 4,20 de la tarde y todavía no hay nada nuevo, mirare una vez más por la noche