martes, 12 de enero de 2010

Día horribilis


149

Estoy espeso como el chocolate que dasayuno cada mañana. No hay manera de escribir de un tirón una frase que contenga sujeto, verbo y predicado. I´m looser! Para romper esta mediocridad, pongo un simpático extracto de la homilía que Mons. Munilla pronunció en su toma de posesión, el pasado sábado en San Sebastián.

"… Si me permitís un poco de humor para distender el discurso (y quizás también para rebajar las expectativas), en estos días me ha venido a la mente un relato gracioso y enjundioso al mismo tiempo, que escuché a uno de mis hermanos obispos aquí presentes:

Dicen que había un señor muy débil y enfermo, que solicitó audiencia con el Papa para pedirle que rezase por él. Para su sorpresa, el Santo Padre le contestó concediéndole una cita. Llegado el día, acudió con antelación al Vaticano. En el primer control, le indicaron que tenía que ser muy breve porque el Papa estaba muy ocupado; al llegar a la primera planta, el Secretario le insistió en que el Papa estaría cansado, y que no debía alargarse en la entrevista… Al acercarse a la antesala, un monseñor le hizo saber la ocupadísima agenda del Pontífice esa mañana, insistiéndole en la brevedad… Cuando estaba ya a punto de entrar, un cardenal le miró fijamente, al mismo tiempo que se levantaba ligeramente la manga de su muñeca, y daba unos golpecillos con su dedo al reloj… Finalmente, se abrió la puerta, y al ver el rostro del Papa, nuestro hombre, débil y enfermo, sólo fue capaz de balbucear: “¡PAPA!, ¡PUPA!”"

Seguramente alguna pequeña, pequeñísima pupa, le habrán causado a Mons. Munilla, los dimes y diretes surgidos estos días en su diócesis de San Sebastián. No se entiende como se opina de alguien antes de que haga nada. Es como lo de Obama, sin hacer nada, le dan el Premio Nobel de la Paz. Para eso que se lo den a la Bruni, que por lo menos le cantó a Mandela en su cumpleaños. Pero lo que en verdad no se entiende, es que disientan aquellos que dicen profesar una misma fe. El deseo de Cristo es que todos sean uno: Ut unum sint! Como concluía el obispo de San Sebastián en su homilía: ¡El misterio de la Iglesia sólo cabe vivirlo en la fe y desde la fe! ¡Cualquier otra cosa, inevitablemente, nos conduciría a malas interpretaciones y a manipulaciones!. Como así ha sucedido (esto lo digo yo)

Mis oraciones desde esta gélida sacristía a Mons. Munilla.

Y a Bruni: ¡ cuidado con Sarko !

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No se exiga tanto,nadie es perfecto los 365 días de año. Aplíquese lo del"descanso del guerrero".

Anónimo dijo...

me uno a tus oraciones por Mons. Munilla. menudos elementos!